Carta al padre

«Los hombres no se mueren por completo mientras alguien se empeñe en recordarlos.
Búsquenlo en su memoria y en la mía,
donde sigue su voz aleteando. Hoy pídanle a Campmany una sonrisa.
Verán cómo él les hace ese milagro.»
Laura Campmany
La palabra padre tiene, supongo que para todos nosotros, un interés especial.También para mí; y si aparece en el título de un libro, una película, una pintura o canción, me lanzo hacia ella. Siempre quiero saber más, conocer qué han sentido otros porque quizás eso me ayude a comprender, a comprenderme mejor. Estos días he estado leyendo Carta al padre, de Kafka, precisamente porque son días especiales y quiero entender, aunque la relación de Kafka con su padre fue realmente distinta a la que mantuve con el mío. De todos modos, una carta es una carta y me ha animado a escribir la mía.

Querido papá:
Hoy hace dieciocho años que nos dejaste y no hay ni un sólo día en que no pese tu ausencia. Hace dieciocho años que no dejo de pensar en ti y en mamá, en Nacho, en Santi… en todos nosotros, juntos; cómo serían las cosas de otro modo. Mi vida se partió en dos. La vida era sólo futuro; desde entonces siempre será un después.
Sé que lo sabes.
Este después ha sido duro, con unos años especialmente dolorosos; como dicen, las heridas se cierran, pero nos quedan sus cicatrices. En estos días laten; como dice Felipe Benítez Reyes: «tengo la memoria en carne viva». Y aquí estoy, sin saber cómo sacar esto de dentro, pero hoy he pensado: qué mas da, qué me importa exponerme de esta forma, si de alguna manera puedo llegar a ti. Así que te cuento algunas cosas sobre mi vida, a ver si me iluminas un poco:
Desde hace un tiempo ando un poco perdida: algo se ha roto; no he sabido arreglarlo del todo.  He intentado coser mi interior, buscar un camino, pero no lo he conseguido plenamente, y ahora que estoy en el verano de la madurez,- llamemos así a los cuarenta-, intento casar las piezas del puzzle que tengo entre mis manos. La vida es un vaivén, lo sabes, y me inundan dudas sobre esas cosas de las que no escribiré, porque también  las sabes.  El universo a veces parece absurdo, duele buscar sentido a estos días inciertos: quizás nada hay que encontrar, y menos que esperar, pues  todo funcionará si sigo siempre atenta a tu tic-tac en mi muñeca, a «tu sangre en mis venas».
A mi padre le encantaba el zumo de tomate; aquí os dejo un bloody mary. ¡Salud!