Hay quien dice que muchas veces convertimos los recuerdos en mitos, los idealizamos, los hacemos mejores. En una de las últimas entradas sostenía que en la mayoría de los ocasiones los recuerdos son irreales, los falsificamos: el Paraíso perdido que siempre añoramos.
Me pregunto si alguna vez existió ese Paraíso o es sólo una jugarreta de nuestra mente, pues ¿no estamos ahora en el paraíso? Tengo la sensación, personal, obviamente, de que siempre andamos buscándolo, cuando en realidad lo tenemos aquí y ahora, ¿no os dais cuenta? Ya en el siglo XVIII Jakob Böhme decía: «el Paraíso está todavía en la Tierra pero los seres humanos ya no saben verlo» Puede que hayamos perdido la capacidad de verlo, el Paraíso, claro; pero también todo lo hermoso que nos rodea; digamos que estamos en la puerta, caminado hacia el árbol de la vida.
Sorolla se construyó su propio Paraíso en el jardín de su casa, y tenemos la suerte de poder contemplarlo en el Caixaforum de Sevilla hasta el quince de octubre. El pintor valenciano estuvo temporadas en la ciudad andaluza intentado plasmar partes del Real Alcázar que después trasladó a su residencia (diseñó sus propio jardín con ideas que extrajo de los jardines del Real Alcázar y la Alhambra). La pintura que vemos aquí se hace más espontánea, más libre, menos encorsetada; las pinceladas fluyen y se nota que Sorolla era un apasionado de los jardines. Los colores son variados, suaves, pero vibran. Son obras personales, que hace sólo para él, pues el jardín no era sólo un espacio de reunión familiar y reposo, también era su lugar de evasión. Hace unos días estuve visitando la exposición (ya van unas cuantas veces) con personas queridas, personas que “buscan con alma y corazón, buscan por todos los confines y saben que encontraran la paz de su espíritu” quizás en el Paraíso.
El jardín de Sorolla es para el buen tiempo, para disfrutar, para ser felices; como esta receta, que además es muy saludable y riquísima: sólo hay que verla, os la he querido traer envuelta en un jardín, rodeada de las flores más hermosas, de los colores más delicados, igual que la textura de este sorprendente helado de fresa.
Intentad construiros vuestro propio jardín, supongo que el mío está aquí.