Hacía mucho tiempo que andaba detrás de la Poesía Completa de Vicente Aleixandre que ha publicado Lumen; llevaba muchos días viéndolo en las librerías, pensando si lo compraba o no. El volumen es un tocho considerable, y dudaba si hacerlo o no, fundamentalmente porque en mi casa, que es pequeña, me comen los libros. Finalmente, cayó, como podéis imaginar, y no tengo otra que hablar de él.
Siempre me ha encantado «Se querían»; hace poco además escuché a Jorge Barriuso en Radio 3 hablar de este maravilloso poema y no puedo estar más de acuerdo con lo que decía. «Se querían» es un poema sensual, muy sensual, y, quizás porque trata un tema universal, no pierde ningún interés. Aleixandre grita a los cuatro vientos, por si alguien aún no se había enterado, que los amantes se querían, sabedlo. ¿Acaso no son estas cosas evidentes? ¿Acaso no se ven las chispas alrededor de los dos amantes?
Sabedlo, sí. Se querían de noche y de día, en un mediodía perfecto, también se querían: “se querían como las flores a las espinas hondas” con una profundidad arrolladora, se querían, “sufrían por la luz, labios azules en la madrugada” y seguían queriéndose. Sabedlo, sí.
En este mundo de cotilleos, de dimes y diretes, de estar más pendiente de lo que ocurre fuera que dentro, no sólo por el morbo, sino por el aburrimiento de ciertas vidas anodinas que no conciben que exista el amor, la pasión, la atracción. No entienden la belleza de la vida, de la alegría, de ser uno pase lo que pase.
El poema, que pertence a La destrucción o el amor, un libro de 1933, es maravilloso, sobre todo esta última estrofa que señala también Barriuso. El amor existe, la pasión amorosa existe y, muchas veces, no podemos hacer nada por pararla, sabedlo.
Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,
ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,
metal, música, labio, silencio, vegetal,
mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo.
Igual que podemos intuir la compenetración entre los amantes, así también hay alimentos que combinan a la perfección, por ejemplo, en esta sencilla ensalada de zanahoria y cacahuetes. Estos son los ingredientes principales, que pueden parecer un poco extraños, pero aliñados con vinagre de vino tinto, resaltan la aceitosidad de estos frutos secos; sumad el aceite de cacahuete, el aceite de sésamo y la zanahoria dulce, y veréis que se querían. Sabedlo.