9:00 Nuestra protagonista, Clarissa, está sentada arreglando su vestido para la fiesta que ofrece esta noche en su casa. Decide bajar a comprar ella misma las flores que adornarán las mesas durante la velada.
10:00 Clarissa habla con su hija de la fiesta, le pide que se quede para disfrutar de los invitados. Añora el tiempo en que fue una niña, el tiempo en que creía ser feliz.
11:00 Nuestra protagonista piensa en su marido-siempre tan ocupado-: cree que llegará a tiempo la fiesta.
12:00 Mientras que recoge y ordena la casa, como hace una anfitriona perfecta, recuerda a sus amigos de juventud: Peter y Sally, quienes también vendrán a la fiesta.
13:00 Durante ese tiempo recuerda la alegría de vivir durante su juventud con Peter y Sally. Siente el paso del tiempo en su más terrible acepción.
14:00 Nuestra protagonista se recupera de ese momento nostálgico, siente la fragilidad de la vida: “La vida en sí misma cabe en un solo instante por el cual es posible incluso morir”
15:00 Nuestra protagonista da el último toque en la cocina. Piensa que la receta elegida será un éxito. Quiere que todo sea perfecto.
16:00 Nuestra protagonista necesita descansar: se tiende un rato en su glamourosa chaise longue. Sueña con Peter y Sally, recuerda una frase de ambos: “¿Sabes cuánta soledad supone amarte?”
17:00 Parece que todo está listo, cuando siente el mordisco de la soledad, del vacío existencial que la envuelve.
18:00 Vuelve a recordar escenas del pasado, ha logrado sobrevivir durante todos estos años sin mirar atrás. No está arrepentida de las decisiones que ha tomado sin tener en cuenta sus deseos.
19:00 Clarissa llama a todos sus invitados para “recordarles la fiesta”
24:00 La fiesta ha terminado: los invitados se han divertido y la velada ha pasado volando, pero su marido no ha aparecido. Nuestra protagonista sigue estando sola.