Este espacio comenzó intentando reunir las cosas que me gustaban, mis «cosas bonitas». Lo mantengo porque sigo teniendo «cosas bonitas», continúo descubriendo, entusiasmándome con fotos, con libros, con recetas, obras de arte, películas y música. Hace unos días repasé algunas de las cosas que había hecho en La letra con salsa entra. Me asombro de todo lo que hay, del trabajo detrás de algunas imágenes y muchas palabras; sí, trabajo, pero hecho con gusto. Es maravilloso comprobar como este esfuerzo llega a personas que lo aprecian; eso pasó hace poco: me escribieron desde la Librería Palas, de las mejores de Sevilla, para colaborar con ellos en una mesa de selección el Día de las Librerías, el último 16 de noviembre. Ellos, tan detallistas siempre, me hicieron un estupendo regalo : Loxandra, de María Iordanidu un libro editado por Acantilado que reúne todo eso que me gusta.
Yo aproveché y celebré también el día (además de mi cumpleaños que ha sido una semana después), regalándome otro libro que me ha parecido fascinante: Comimos y bebimos. Notas de cocina y vida, de Ignacio Peyró editado por Libros del Asteroide. Parece que seguimos con las «cosas bonitas».
En ambos libros se aprecia el gusto por la vida en todas sus acepciones. Porque sí, como dice Peyró, la vida puede ser ingrata a veces, pero siempre nos recompensará con unas buenas espinacas con garbanzos, por poner un ejemplo. Lo que me gusta de Loxandra y de Comimos y bebimos es precisamente lo que he intentado hacer con este espacio al que le pongo tanto cariño: unir la cocina y la vida, los afectos y las recetas. Hablamos de cocina, pero también de algo que va mucho más allá.
En algún momento este boom gastronómico que vivimos llegó a parecerme superficial: me cansé de tanta comida por todos lados, y no sólo de eso, sino también del mundo que envuelve a los que ahora se hacen llamar foodies. Puedo decir que estos dos libros me han reconciliado con este mundo porque van más allá del postureo gastroinstagrameable que estoy harta de ver en las redes sociales. La cocina, la comida es mucho más que fardar de haber ido al nuevo sitio de moda, o una lista de los restaurantes con estrellas Michelin que hemos visitado. La cocina, la comida, es vida, nuestra vida, esa que se nos escapa entre las manos y que recordamos por sabores inconfundibles e inolvidables: ya sea el pisto de mi tía, las espinacas con garbanzos de mi madre, o ese bocadillo de Nocilla que me acompañó todas las tardes de mi infancia. La comida es una celebración de la vida, de haberla vivido y disfrutado. La comida puede hacernos felices, tanto como estos dos libros fabulosos.
Para esto no son necesarios grandes ingredientes, ni sofisticados… ni mucho tiempo, porque la vida en ocasiones se nos presenta con urgencia. Nos bastarán algunos frutos de la tierra: habas, guisantes, algo de limón y, por supuesto, cariño.