“Estaba empezando a preocuparme la posibilidad de convertirme alegremente en una mujer práctica y aburrida: en vez de leer a Locke, por ejemplo, o de escribir… me pongo a hacer una tarta de manzana, o a estudiar The Joy of Cooking [El placer de cocinar], y a leerlo como si fuera una novela interesantísima. “¡Basta! -termino diciéndome-. Te refugiarás en la vida doméstica y te anularás lanzándote de cabeza en el cuenco de la masa de las galletas con mantequilla.” Y solo ahora he cogido el bendito diario de Virginia Woolf que, junto con varias novelas suyas, compré el sábado con Ted. Ella superó su depresión y las cartas de rechazo de Harper's (¡ni más ni menos!... ¡Y yo apenas puedo creer que también a los Grandes los rechazaran!) limpiando la cocina y luego cocinando merluza y salchichas. Bendita sea. Siento que mi vida está unida a la suya de algún modo. Me encanta Woolf [...]. Pero en el verano negro de 1953 yo sentí que estaba replicando su suicidio. Solo que yo sería incapaz de meterme en un río y ahogarme. Supongo que siempre seré excesivamente vulnerable y algo paranoica. Pero también soy condenadamente sana y resistente. Y tengo la sangre dulce como una tarta de manzana. Solo que tengo que escribir y esta semana ya me siento angustiada porque no he escrito nada últimamente. La Novela se ha convertido en una idea tan grande que me da pánico. Sin embargo, sé y siento que he vivido muchas cosas, y que precisamente por eso he acumulado tanta experiencia para mi edad; he dejado atrás la moral convencional y me he forjado mi propia moral, que consiste en el compromiso en cuerpo y alma con la fe en ser capaz de construirme una vida que merezca la pena. No obstante, no tengo otro dios que el sol. “
Este es un fragmento de los Diarios de Sylvia Plath, que serán publicados mañana siete de diciembre. Lo que habéis leído es un adelanto de El Cultural de El Mundo, aquí lo tenéis. Siempre me he sentido atraída por la poesía de Sylvia, por su trabajo, por su personalidad y por su sufrimiento. Por eso, desde que tuve noticia de la publicación en España de sus Diarios, he esperado ansiosa la llegada de ese día. Siempre he pensado que podría aprender algo de ellos, no sólo de los de Plath, también de los diarios de otros muchos escritores, pues ahí verdaderamente se aprecia su forma de trabajar, sus costuras…Me interesó mucho esto de Luna Miguel sobre esos escritos tan esperados. Y si os fijáis estamos en el meta diario del meta diario: Silvia compra los Diarios de Virginia Woolf, Luna lee los de Sylvia y yo leo el artículo de Luna y escribo mi “propio diario”.
Si Sylvia viviera hoy estoy segura de que cocinaría por placer, para relajarse, para estar bien consigo misma, por eso, haría algo muy sano y rico como esta ensalada de Kale con champiñones portobello asados. Yo cocino mientras espero estos fantásticos diarios.