No han pasado nueve años, aunque lo parezca.
Nueve años es el tiempo que transcurre entre las películas de la trilogía de Richard Linklater: Antes del amanecer, Antes del atardecer y Antes del anochecer. Aunque ya había visto las tres películas, durante estas vacaciones volvió a aparecer Antes del atardecer y removió algunas cosas en mí. Nueve años después de haber pasado una noche juntos en Viena, Celine y Jesse se encuentran. Sus vidas han cambiado, pero sigue existiendo la misma conexión entre ellos. Una de las frases que más me gustan del film tiene que ver con esto: «Supongo que cuando eres joven piensas que habrá muchas personas con las que podrás conectar. Luego avanzando en la vida descubres que ocurre contadas veces” Este nexo se hace evidente en ochenta minutos, tiempo que dura la película, tiempo real de su conversación. Los protagonistas toman un café, pasean por un París «que no se acaba nunca», viajan en uno de los típicos bateau mouche turísticos; todo ello, sin que se pierda un ápice de interés por sus brillantes diálogos, yo diría que lo mejor de la película.
¿No habéis tenido alguna vez la sensación al ver una película, leer un libro o escuchar una canción, de estar ante un espejo? ¿Habéis pensado alguna vez que tantas casualidades–si es que existen-no son gratuitas? Eso me ha sucedido hace unos días con Antes del atardecer: París, la muerte de la abuela, la conexión, los libros, las situaciones vitales y Nina Simone dicen tanto de mí que me han llevado a pensar y dar una vuelta a la película. Hay una escena especialmente reveladora: el momento en que los protagonistas van de camino al aeropuerto en un coche y se enfrentan a lo que son realmente en ese momento: su infelicidad, sus fracasos, y también sus sueños. Es un momento de reflexión, de decidir cómo quieres que sea el resto de tu vida, de tomar decisiones. No deseo destripar nada, pero sólo tenéis que ver Antes del anochecer para saber que quizás dentro de unos años estemos tomando este curry de coliflor en algún lugar remoto deभारत गणराज्य escuchando a Nina Simone.
1 comment on “Que nueve (o diez) años no es nada”