«I’m finding I can fly
So high above with you»
En la última entrada hablaba de El año del pensamiento mágico, y cómo en él Joan Didion contaba que no tocó los zapatos de su marido porque eso significaba guardarle a él, hacer palpable que ya no estaba, e incluso yo diría, que conservar el dolor, “mantener vivo el corazón”.
Eso es lo que ha hecho Charlotte Gainsbourg durante mucho tiempo, hasta que otro acontecimiento, también muy doloroso,—el suicidio de su hermana, Kate Barry, una maravillosa fotógrafa— ha conseguido que volcara todo ello en su último disco llamado Rest.
Rest salió el diecisiete de noviembre a la venta, y, debo decir, que no paro de escucharlo desde ese día. Es un disco “bouleversant”, como dicen los franceses, emocionante. Hay algunas canciones que me conmueven: Kate, dedicada a su hermana, Lying with you, sobre la muerte de su padre; I´m a lie, sobre su timidez e inseguridad; y Rest en la que expresa lo qué supone la pérdida para ella; por el momento, mi preferida. El resto del álbum no se queda atrás, me encanta, por ejemplo, Sylvia, donde recita unos versos de la poeta Sylvia Plath. Lo llamativo del disco, escrito en su totalidad por la actriz (salvo Songbird in a cage, de Paul Mcartney), es el contraste entre la música y la letra: la primera, electrónica, enérgica, con fuerza; la segunda, profundamente triste, melancólica y nostálgica. Se percibe la dificultad de Charlotte para respirar, la necesidad de cambiar de aire.
Gainsbourg también se ha encargado de la realización de tres magníficos vídeos musicales: Ring-a-Ring O`Roses, Deadly Valentine y Rest. Me vuelvo a quedar con Rest, pues en el clip vemos una mezcla de imágenes—entre ellas una impactante escena de Melancolía, una de las películas de Lars von Trier que protagonizó la actriz francesa— a Charlotte encerrada en un cubículo del que parece no poder salir, rodeada de instrumentos musicales, de libros, papeles, un colchón en el suelo… Ella se levanta, camina, se tiende en el colchón adormilada, despierta, vuelve a levantarse, piensa, reposa y finalmente escribe y canta, hasta que parece salir de ahí. Quizás Rest es mucho más que un descanso—rester en francés significa quedarse, esperar— una salida, una puerta abierta.
Esta receta también es un contraste: dulce, contundente, delicada, suave y, desde luego, algo diferente, un hermoso cambio de aire. La música transmite y crea estados de ánimo, nos hace sentir de forma imprevisible; creo que con esta receta sorprendente puede ocurrirnos lo mismo. ¡Disfrutadla!