Vivir con esto

Benjamin Biolay es un músico francés con una larga trayectoria. Empezó muy joven a trabajar y no ha parado, incluyendo algunos “pinitos” en el cine. El día 26 de junio publicará un nuevo disco del que ya ha salido su primer single: Comment est ta peine? No sé por qué, pero como me suele pasar casi con todo lo que me gusta de forma arrebatadora—supongo que no soy nada original—he escuchado la canción en bucle desde hace unos días.

Como decía en la entrada anterior, Comment est ta peine me gusta porque me arrastra como una gran ola. Me gusta porque es triste y alegre, porque combina música para bailar con una letra nostálgica y melancólica. Como yo (como todos, imagino) pues también tengo dos facetas, dos formas de ver las cosas, días alegres y otros, no tanto momentos en que no sé qué quiero y algunos en los que sólo necesito una simple mirada que me acoja con todas mis contradicciones—que son muchas—y mis incertidumbres, que no son pocas. Hay veces que me soporto y otras en las que mi cuerpo es un gran animal que también quiere salir de donde me encuentro. Hay algo en el fondo, muy, muy profundo que es precisamente lo que me lleva a bailar sin parar, a correr sin meta alguna.

También la vida nos muestra esos dos extremos: lo apolíneo y lo dionisiaco, la belleza y la fealdad, la inteligencia y la memez, la educación y la falta absoluta de respeto, el dolor y la alegría, el sufrimiento y el placer… Los contrarios están en todos lados y debemos aprender a convivir con ellos, ahí está en el encanto de todo. A esta vida yo solo le pido ser consciente de todos estos opuestos que, a veces, están cerca unos de otros y disfrutar de cada uno de ellos: rapiñar el último rayo de sol, beber el amargo café que “estrena las mañanas”, correr hasta mi último aliento…

La comida también posee sus extremos—dulce y salado, crujiente y blando, cocido y crudo— y, como decía más arriba, no están tan lejos, en ocasiones se unen formando una combinación armoniosa,  como estas tiras de queso e higos. El secreto está en aprovechar lo que tenemos en nuestras manos y vivir con ello, adaptarnos, aceptarlo porque, a veces, aquello que nos parece inmensamente distante y alejado está a la vuelta de la esquina. Es posible cocinar hasta cambiar la idea que tenemos de algunos ingredientes, es posible bailar hasta transformar el significado de una canción y nuestro estado de ánimo, es posible seguir adelante, correr y correr hasta poder con nosotros mismos.