El arte es un poema

El arte puede provocarnos estados de ánimo: está claro que una pintura puede acercarnos a la más absoluta tristeza, también a una eufórica alegría y, desde luego, podemos tener ganas de vivir dentro de ella.

Esto último suele pasarme con las obras de Cy Twombly, pues sus colores, su caligrafía y la forma de trabajar con la pintura en «modo graffiti» me transmiten una enorme energía.

Desde el 30 de noviembre del 2016 hasta el 24 de abril del 2017el Centro de Arte Pompidou ofrece una retrospectiva de la obra del pintor estadounidense. En ella podemos ver de forma cronológica buena parte de sus trabajos, no sólo pintura, sino también escultura y fotografía; son muy conocidas—por señalar un elemento característico de su forma de hacer arte— algunas de sus polaroids.

Me fascina Cy Towmbly, no sé explicar muy bien por qué. Quizás, como decía, por su fuerza, por su energía, por todo lo que puede decir con un solo trazo, con una pincelada. También porque se inspira en todo lo que le rodea: literatura, historia, viajes, cine, comida… todo para él es un motivo para seguir pintando, porque en el arte no se trata de otra cosa que de vivir de manera diferente: no construye un mundo paralelo que esté de más, que sobra (algo así como una superestructura en el peor sentido del término), sino de mostrar el mundo—el nuestro y el suyo—de manera diferente: ver de una manera que nos obliga a mirar de otra. Y sus colores, sus colores son realmente atractivos, muchas veces podemos ver en ellos la influencia de algunos de sus artistas preferidos. Por ejemplo, en la serie sobre Lepanto nos acercamos a algunos de Velázquez; otra veces, a los de Poussin; pero yo me quedo con esa gama que va del rojo al violeta oscuro, de una belleza espectacular, una de las más utilizadas en todas sus obras, también en el ciclo de las estaciones y en su Otoño del que hablamos aquí.

Hoy no me fijo en ninguna obra concreta: contemplo la belleza de ellas y admiro su sutileza, la forma de decirlo todo sin decir nada. El conjunto de las obras de Cy Twombly es extraordinario: podemos perdernos en ellas para encontrarnos de otro manera, aprender a vernos llenos de energía. Un autor no se agota en una obra, pero ninguna de las obras verdaderamente artísticas se agota jamás, sino que es capaz de darnos una perspectiva siempre nueva de lo que somos y de nuestro mundo. La delicadeza de estas obras nos acerca a esta receta: color intenso, trazo definido y suave, sabor sedoso y adictivo. Ninguna receta agota tampoco los sabores, pero muchas de ellas—y creo que estamos ante una de ésas—nos ofrecen un modo diferente de acercarnos a la comida.