El fondo es oscuro, sólo se ve el reflejo de las luces del interior en el ventanal y un jarrón con fruta. A la izquierda, un radiador junto a la entrada, que protege del frío. Vemos a una mujer sentada en el centro, con una taza de café encima de la mesa, parece pensativa, cabizbaja y triste. Lleva un guante en su mano izquierda, la derecha, sin guante, sostiene la taza. Está sentada frente a una silla vacía, parece ser la única clienta del bar. El interior esta compuesto de forma geométrica y las luces alternan entre cálidas y frías. La imagen transmite una profunda soledad.
Posiblemente muchos ya os hayáis dado cuenta de que describo una de las pinturas más conocidas de Edward Hopper. En concreto, esta se llama Automat, un título con doble sentido. Como dos maneras tiene la obra de verse: la técnica (por decirlo así) y la narrativa. Una nos lleva a la otra, y viceversa. Cuando lo narrativo nos llama, aparece lo técnico para analizarlo todo.
Hay un maravilloso libro publicado por Lumen del poeta Mark Strand, recientemente fallecido, sobre Hopper. En él el escritor afirma estos dos puntos de vista o dos maneras de acercarnos a la obra. Quizás una de las cosas que más me han interesado de él es esta frase: “ Los cuadros de Hopper no son vacíos en un rico proceso. Son todo lo que puede extraerse de un rico vacío en el que no se siente tanto la presencia de los acontecimientos de una vida como del tiempo que precede a esa vida, o que la sucede.” En Automat el vacío puede palparse, el vacío inunda el cuadro; pero también obtenemos algo del vacío, aunque sólo sea belleza.
Otro de los elementos más llamativos es la oscuridad, es en ella, dentro de ella, cuando cuestionamos nuestra manera de afrontar el tiempo, nuestra forma de hacer algo con él, o al contrario. La mujer de Automat está esperando inmersa en el vacío oscuro, parece no tener nada qué hacer, no saber qué hacer, está atrapada, sin futuro. Quizás el café es una forma de situarse en la vida, de sentirse presente, de reafirmarse en las pequeñas cosas y hacerse ver. Esa mujer podría ser una mujer de hoy, aunque añadiría al café un açai bowl para afrontar la vida, sola.